Ciencias Sociales y Humanidades

Pandilla Kids (3ro., 4to., 5to. y 6to. Año de primaria)

La Música y sus efectos en los niños

Asesor: Zayda Maya Solis

Resumen

El presente trabajo busca explicar porque los niños prefieren escuchar cierto tipo de música y hasta qué punto pueden ser libres de escuchar lo que prefieran, tomando en cuenta los efectos positivos o negativos que puede tener en ellos de acuerdo a la música que escuchen

Pregunta de Investigación

¿Qué efectos tiene la música en las emociones de los niños?

Planteamiento del Problema

La música ha evolucionado a través de la historia hasta nuestra actualidad, al grado de convertirse en subculturas.

Podemos notar que existe un gran cambio tanto en el ritmo de sus sonidos como en las letras. Sin embargo basándonos en los análisis psicológicos se sabe que lo que escuchamos influye en nuestra forma de pensar y por lo tanto en nuestra forma de actuar.

En la actualidad existen muchas canciones que escuchan los niños por moda, que no siempre son las más recomendables para su edad, ya que los motivan a la violencia, inseguridad y a quitarles valor a ellos mismos como personas.

Antecedentes

Todavía hay un debate entre quienes opinan que la música nació del lenguaje y el canto como hizo en el siglo XVII el filósofo ginebrino Jean Jaques Rousseau y quienes sitúan su origen en los valores rituales del ritmo y de la danza, como hizo en el siglo XIX el compositor R. Wagner.

La música es tan antigua como la historia de la humanidad y está vinculada al origen de sus actividades fundamentales, como el lenguaje y la comunicación. No existe civilización alguna que no haya mostrado interés por el canto, por la danza o por la invención de los instrumentos musicales. Pero reconstruir los primeros pasos de la música en la historia del ser humano no es menos difícil que reconstruir el mundo de las civilizaciones más antiguas y requiere las mismas técnicas: excavaciones arqueológicas, desciframiento de documentos e interpretación de pinturas y decoraciones. A partir de estos rastros fragmentarios se inicia el conocimiento del camino milenario de la música.

Las excavaciones arqueológicas revisten para la historia de la música un papel fundamental, además de los instrumentos musicales, se presenta la posibilidad de reconstruir ambientes y situaciones en los que tocar, cantar y bailar eran actividades de importancia vital.

La música ha tenido un papel muy importante a lo largo de nuestra historia por ejemplo; la relación entre música y guerra tiene un origen mágico: en la América precolombina se considera que los instrumentos hechos con la piel de los enemigos reforzaban el valor de los ejércitos.

La música podía infundir coraje, asustar a los enemigos, cohesionar a os soldados, celebrar un triunfo o preparar al espíritu para la batalla. El fragor producido por los tambores y las trompetas dio vida a una tradición que ha llegado hasta la música militar moderna.

Antes de convertirse en una forma de arte, como sucedió en el mundo moderno, la música era el lenguaje más eficaz para comunicar y para tener presentes los valores y las reglas de la sociedad humana, fue así como la música formo parte, por mucho tiempo, de todos los rituales importantes, sobre todo los de la religión.

La vida de los pueblos que viven todavía fuera de la civilización tecnológica testimonia como fue la música en sus inicios: un lenguaje esencial capaz de difundir los mitos sobre los propios orígenes del mundo y de la humanidad en cualquier civilización de la antigüedad la música fue un elemento de cohesión para las comunidades y participó en los grandes ritos colectivos: sostuvo las religiones reforzó los ánimos de los soldados en las guerras y poseyó un valor casi mágico que se manifestó en particular en la danza.

En sociedades históricas como la de los griegos del siglo V a. C., la música comenzó a convertirse en una forma de espectáculo y se vinculó con el teatro. Se perfeccionaron los instrumentos y el modo de tocarlos. Los caminos de las distintas culturas musicales del Mediterráneo se encontraron posteriormente en la Roma imperial donde la música acompañó los cultos religiosos, los espectáculos teatrales y circenses, el entrenamiento doméstico y las fiestas populares.

 

En la psicología del arte participan dos, quizás tres, ramas de la psicología teórica. La psicología del arte depende las conclusiones de los estudios sobre percepción, sobre la emociones y sobre la imaginación y la fantasía. Estas categorías revistan una importancia diferencial en el estudio de la psicología del arte. Aunque el problema de la percepción sea un factor importante en la psicología del arte, no es el principal, porque depende de decisiones anteriores relativas a otras cuestiones que constituyen el verdadero núcleo de nuestro problema. La respuesta al arte empieza con la percepción sensorial, pero no termina con ella. Ciertamente, todos los sistemas psicológicos que intentan explicar el arte no son sino diferentes combinaciones de las teorías de la imaginación y la emoción. No hay áreas más oscuras en la psicología que esta dos.

Dado que sabemos muy poco de la imaginación y la emoción, la cuestión más misteriosamente problemática de la psicología moderna es la asociación entre los hechos emocionales y la imaginación. Las emociones tienen muchas características diferentes, siendo la primera según Titchener, la indefinición. Esta indefinición es lo que distingue la emoción de la sensación. La claridad no es una de las propiedades de la emoción. El placer y el displacer pueden ser intensos y prolongados pero nunca claros. Cuanta más atención préstamos a una sensación, más clara se vuelve y mejor la recordamos pero no podemos concentrar nuestra atención en una emoción. Tan pronto como lo intentamos el placer o el displacer se disipan de inmediato y nos encontramos a nosotros mismos observando alguna sensación o imagen irrelevante que no habíamos pretendido observar en primer lugar. Si queremos disfrutar de un concierto o de un cuadro, debemos percibir cuidadosamente lo que oímos o vemos; el placer sin embargo, desaparece en cuanto tratamos de enfocar nuestra atención en él.

Así pues, en ámbitos de la psicología empírica, la emoción reside más allá del ámbito de la consciencia, puesto que todo aquello que no puede ser fijado dentro del foco de atención es empujado a los límites extremos del consciente. Muchos psicólogos, sin embargo, afirman que un sentimiento siempre es consciente y que el concepto de sentimiento inconsciente es una contradicción en los términos.

Muchos autores coinciden en pensar que en términos de mecanismos nerviosos, las emociones deben ser entendidas como una resultante o descarga, de energía nerviosa.

La teoría conocida en la bibliografía psicológica como teoría de la Einfühlung (empatía), es por consiguiente más eficaz. Esta teoría se originó en Herder y fue desarrollada por Lipps. Parte de un concepto opuesto del sentimiento emocional. Según esta, las obras de arte no generan emociones en nosotros cómo las teclas de un piano producen los sonidos. Un elemento artístico no introduce su tono emocional en nosotros; somos nosotros quienes introducimos emociones en una obra artística, emociones brotadas de las mayores profundidades de nuestro ser y producidas no en el nivel superficial de los receptores sino en las actividades más complejas de nuestro organismo. La naturaleza de nuestra psique, dice F. T. Fischer, está constituida de manera que se insinúa en fenómenos físicos o en formas realizadas por el hombre, atribuyendo ciertos estados de ánimo a dichos fenómenos, estados de ánimo que, mediante un acto inconsciente, penetran en los objetos. La estética trata de esta adición, esta Einfühlung en los objetos inanimados.

Lipps ha desarrollado una teoría de la Einfühlung, ha demostrado que nos elevamos con una línea ascendente, bajamos con una línea descendente, giramos con un círculo y así sucesivamente. Desde un punto de vista objetivo la Einfühlung es una respuesta a un estímulo. Lipps que afirma que introducimos nuestras respuestas en una obra de arte, se acerca más a la verdad de Christiansen, que piensa que un objeto estético introduce sus propiedades emocionales en nosotros. Pero la teoría de Lipps tiene tantos inconvenientes como la de Christiansen. En primer lugar no suministra ningún criterio que nos permita distinguir las respuestas estéticas de otras respuestas no relacionadas con el arte. Es innegable que la Einfühlung es una parte omnipresente de nuestra percepción, por consiguiente no puede tener ningún significado específicamente estético

Hennequin reconoce la diferencia entre el sentimiento real y el artístico en el hecho de que las emociones en sí no conduzcan a  acciones; el objetivo de una obra literaria, afirma, es provocar unas emociones específicas que no pueden expresarse directamente en la acción.

La demora en la manifestación externa es el rasgo distintivo de una emoción artística y la razón de su extraordinario poder. Podemos demostrar que el arte es una emoción central, una emoción que se libera en el córtex cerebral. Las emociones que el arte suscita son emociones inteligentes. En vez de manifestarse en ataques o en un temblor de puños, suelen liberarse en imágenes de la fantasía.

Hay tantos autores que consideran una emoción como una respuesta orgánica de nuestro cuerpo, que expresa el acuerdo o desacuerdo de nuestro organismo con la respuesta neural liberada por un órgano individual. La unidad de nuestro organismo se expresa en sí mismo en la emoción. El arte debe necesariamente ser asociado con los sentimientos y emociones mixtas.

Wundt que en sí el ritmo solo expresa un método de expresar sentimientos en términos de tiempo. Una forma rítmica concreta es la expresión de un flujo de sentimientos, pero como quiera que la ubicación temporal del flujo del sentimiento forma parte del afecto, la representación de este método en forma de ritmo provoca el afecto como tal. El ritmo genera el afecto del cual forma partea través de las leyes psicológicas de los procesos emocionales.

El arte se basa en la unión del sentimiento y la imaginación. Otra peculiaridad del arte es que, al generar en nosotros efectos contrapuestos demora la expresión motora de las emociones y, al provocar la colisión entre impulsos opuestos, destruye el efecto del contenido y forma, e inicia una descarga explosiva de energía nerviosa.

El feto, dentro del vientre, rodeado de líquidos amnióticos  oye sonidos, oye los latidos del corazón de su madre, acelerándose unas veces y otras aminorando. Y el feto oye música como descubrió recientemente Alejandra Lamont de la Universidad Keele del Reino Unido. Descubrió que los niños un año después de su nacimiento reconocían y preferían música a la que habían estado expuestos en el claustro materno. El sistema auditivo del feto es plenamente funcional unas veinte semanas de la concepción. En el experimento de Lamont las madres pusieron una pieza de música determinada en repetidas ocasiones durante los tres últimos meses de gestación todos los sonidos de la vida cotidiana de sus madres incluyendo la otra música, conversaciones y ruidos del entorno. Pero se eligió una pieza para que cada bebe la oyera de forma regular. Las piezas se eligieron entre música clásica, los 40 principales, reggae y world beat. Después del parto no se permitió a las madres poner la canción experimental a sus hijos. Un año después Lamont puso a los bebes la música que habían oído en el claustro materno junto con otra pieza elegida por corresponderse en el estilo y el tempo con la otra. Por ejemplo un bebe que había oído el tema de reggae “Maby rivers to cross” de UB40, oyó de nuevo esa pieza un año después junto con “Stop loving you” del artista de Reggae Freddie McGregor. Lamont determinó entonces cuál de las dos piezas preferían. Lamont descubrió que los niños tendían a mirar más tiempo el altavoz de la música que tocaba la música que escucharon en el vientre materno que el de la música nueva, lo que confirmaba que preferían la música que habían escuchado en el vientre. Un grupo de control de niños de un año que no habían oído ninguna música de la utilizada antes nomostraron ninguna preferencia, confirmando que no había nada en la música en sí que causara aquellos resultados. Lamont descubrió también que si no intervienen otros factores externos, los niños prefieren la música rápida y alegre que la lenta.

La música ha sido siempre la hijastra de pobre de las escuelas públicas, lo primero que se elimina cuando hay problemas financieros, y la gente suele justificar el hecho de que se enseñe por sus beneficios colaterales, en de dejar que exista por sus frutos.

Otra investigación ha revelado efectos a largo plazo de la actividad musical. Escuchar música estimula o modifica ciertos circuitos neuronales, incluyendo la densidad de conexiones dendricas en el córtex auditivo primario. El Neurocientifico de Harvard Gottfried Schlaug ha demostrado que la porción frontal del cuerpo calloso (la masa de fibras que conectan los dos hemisferios cerebrales) es significativamente mayor en los músicos que empiezan muy pronto su formación, esto refuerza la idea de  que las operaciones musicales pasan a ser bilaterales al aumentar la instrucción, pues los músico coordinan y reclutan estructuras neuronales tanto en el hemisferio izquierdo como en el derecho.

Varios estudios han descubierto cambios microestructurales en el cerebelo tras la adquisición de habilidades motrices, como las que adquieren los músicos, incluyendo un aumento del número y la densidad de la sinapsis. Schalug descubrió que los músicos tendían a tener cerebelos más grandes que los que no lo eran y una mayor concentración de materia gris, esa que se le considera responsable del procesamiento de información, mientras que a la materia blanca se le considera responsable de transmitir información.

No se ha demostrado que esos cambios estructurales del cerebro se reduzcan en un estímulo de las habilidades en campos ajenos a la música, pero se ha demostrado que la audición de música y la terapia musical ayudan a la gente a superar una amplia gama de problemas físicos y sicológicos. De todos modos volviendo a una línea de investigación más fructífera respecto al gusto musical, los resultados de Lamont son importantes porque muestran que el cerebro prenatal y el del recién nacido son capaces de almacenar recuerdos y recuperarlos después de largos periodos de tiempo. Desde un punto de vista más practico los resultados indican que el entorno (incluso mediando el líquido amniótico y el claustro materno) puede afectar al desarrollo y las preferencias del niño. Así que las semillas de la preferencia musical se siembran en el vientre materno, pero debe haber algo más que eso, porque si no los niños gravitarían simplemente hacia la música que les gusta a sus madres o que se les pone en la clase de Lamaze. Lo que podemos decir es que lo que oímos en el vientre materno influye en las preferencias musicales pero no las determina.

Sabemos poco sobre el funcionamiento auditivo del niño de pecho. Aunque los oídos funcionan plenamente 4 meses antes del nacimiento, el desarrollo del cerebro tardará meses o años en alcanzar la capacidad de procesamiento auditivo plena. Los niños pequeños reconocen transposiciones de tono y de compas (cambio de tempo), lo que indica que son capaces de procesamiento relacional, algo que aún no son capaces de hacer demasiado bien los ordenadores más avanzados.

Los niños pequeños empiezan a mostrar una preferencia por la música de su cultura a los dos años de edad, aproximadamente en la época en la empiezan a desarrollar un procesamiento verbal especializado. Tienden a gustarles en un principio canciones simples, (música simple quiere decir temas claramente definidos) y progresiones de acordes que se resuelven de formas directas y claramente visibles. Cuando maduran los niños empiezan a  cansarse de la música fácilmente predecible y a buscar que plantee algún reto. Según Mike Posner, los lóbulos frontales y el cingulado anterior (una estructura ubicada justo detrás de los lóbulos frontales que dirige la atención) no están plenamente formados en los niños, lo que significa una incapacidad de prestar atención a varias cosas a la vez; a los niños les resulta difícil atender a un estímulo cuando hay distracciones. Este sistema intencional, concretamente la red que conecta el giro cingulado (la estructura más grande que se encuentra en el cingulado anterior) y las regiones orbifrontales del cerebro, no puede bloquear adecuadamente los estímulos orbifrontales o que distraen. Los niños que aún no han llegado a la etapa de desarrollo en que son capaces de excluir información auditiva irrelevante se enfrentan a un gran mundo de complejidad sónica con todos los sonidos irrumpiendo en un aluvión sensorial. Deben intentar seguir la canción que está cantando su grupo pero les distraen y le hacen tropezar las partes rivales de round. Posner ha demostrado que ciertos ejercicios adaptados de concentración y de atención utilizados por la NAZA pueden ayudar a acelerar el desarrollo de la capacidad atencional del niño.

La trayectoria que siguen los niños de preferir primero canciones simples y luego más complejas es una generalización; en primer lugar no a todos los niños les gusta la música, y algunos desarrollan un gusto por el que se apartan del camino trillado, a veces por pura serendipia (es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental o casual).

Los investigadores señalan los diez años como el momento decisivo para las preferencias musicales. Es en torno a los diez u once años de edad cuando la mayoría de los niños se toman un interés real por la música, incluso los niños que no habían expresado antes interés por ella. La música hacia la tendremos a sentir nostalgia en la edad adulta, la que sentimos como “nuestra música”, se corresponde con la que oímos en esos años. Muchos veteranos que presenten Alzheimer podrán recordar la música que escucharon durante los catorce años, ya que esa edad corresponde al autodescubrimiento y por lo mismo cargados emotivamente. Tendemos en general a recordar cosas que tienen un componente emotivo, porque la amígdala y los neurotransmisores actúan de forma conjunta para etiquetar los recuerdos como algo importante. Parte de la razón tiene que ver con la maduración neuronal y la poda; es hacia los catorce años cuando el cableado de nuestros cerebros musicales se aproxima a los niveles adultos de culminación.

No parece haber un punto de ruptura a partir de la cual no puedan adquirirse ya nuevos gustos por la música, pero la mayoría de las personas tienen formados sus gustos entre los dieciocho y los veinte años. Varios estudios han demostrado que es así. Talvez se deba a que tendemos a abrirnos menos a nuevas experiencias al hacernos mayores.

Durante los años de adolescencia empezamos a descubrir que existe un mundo de ideas diferentes, culturas diferentes, gentes diferentes. Experimentamos con la idea de que no tenemos que limitar el curso de nuestra vida, nuestra personalidad o nuestras decisiones a los que nos enseñaron nuestros padres  o cómo se nos educó.  Buscamos también música diferente.

Cuando somos jóvenes sobre todo y andamos a la busca de nuestra identidad, creamos vínculos o grupos sociales con la gente a la que creemos parecernos o con la que tenemos algo en común. Como un modo de exteriorizar el vínculo, vestimos de manera parecida, compartimos actividades y escuchamos la misma música. La música y las preferencias musicales se convierten en una señal de distinción y de identidad personal y de grupo.

Podríamos decir que las características de la personalidad de un individuo están asociadas, en cierta medida con el tipo de música que le gusta o que lo predicen.

Sabemos que hay periodos críticos para la adquisición de nuevas habilidades, como el lenguaje. Si el niño no aprende un idioma hacia los seis años (sea el primero o el segundo) nunca aprenderá a hablar con esa facilidad que caracteriza a la mayoría de los hablantes nativos de un idioma. Con la música y las matemáticas el margen es más amplio, pero no ilimitado; si un estudiante no ha recibido clases de música ni ha estudiado matemáticas antes de los veinte años, aún puede aprender esas materias pero sólo con gran dificultad y es probable que nunca llegue a hablar en el lenguaje de las matemáticas ni en el de la música como alguien que las haya aprendido antes. Esto se debe a la trayectoria biológica del crecimiento sináptico. Las sinapsis del cerebro están programadas para crecer un número de años, haciendo nuevas conexiones. Después de ese periodo hay un cambio hacia la poda, para librarse de conexiones innecesarias.

La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse. En los adultos es muchísimo menor que en los niños y en los adolescentes. Lo mismo que hay personas que se curan de una fractura de huesos antes que otras, las hay también que pueden establecer nuevas conexiones con más facilidad que otras. La poda se inicia entre los ocho y los catorce años de edad en los lóbulos frontales, la sede del pensamiento superior y el razonamiento, la planificación y el control del impulso. Empieza a aumentar durante ese periodo la mielinación; que es la razón de que aumente en los niños la capacidad de razonar para resolver problemas más complejos, dicho proceso se completa a los veinte años de edad.

El equilibrio entre simplicidad y complejidad en la música influye también en nuestras preferencias. Estudios científicos sobre lo que nos gusta y lo que no nos gusta en una diversidad de dominios estéticos (pintura, poesía, danza y música) han demostrado que existe una relación metódica entre la complejidad de una obra artística y lo que nos gusta.

La música, como toda forma artística, en realidad tiene que lograr para que nos guste, un equilibrio justo entre sencillez y complejidad. La sencillez y la complejidad se relacionan con la familiaridad. Una definición operativa es que una pieza nos parece demasiado simple cuando es tan previsible que parece trivial, parecida a algo que hemos oído antes y que no nos plantea el menor reto.

Mientras la música está sonando (sobre todo si tienes la atención en ella) el cerebro va pensando por delante cuales son la diferentes posibilidades para la nota siguiente, hacia dónde va la música, su trayectoria, la dirección que se propone seguir y su punto final definitivo. El compositor tiene que conseguir emplazarnos en un estado de confianza y de seguridad; tenemos que dejarle que nos lleve en un viaje armónico, tiene que darnos las suficientes pequeñas recompensas (culminaciones de expectativas) para que tengamos una sensación de orden y una sensación de ubicación.

Intentar apreciar nueva música puede ser como considerar una nueva amistad teniendo en cuenta que lleva tiempo y que a veces no hay nada que puedas hacer para acelerar el asunto. Si oímos una pieza de música radicalmente nueva el suficiente número de veces, parte de esa pieza acabara codificada en el cerebro y formaremos hitos. Si el compositor es habilidoso, esas partes de la pieza que se convierten en nuestros hito serán las mismas que el compositor se propuso que fuesen, su conocimiento de la composición y de la memoria y la percepción humana le habrá permitido crear ciertos ganchos en la música que acabaran instalándose en nuestra mente.

Cada género musical tiene sus propias reglas y su propia forma. Cuanto más escuchamos, más se instalan esas normas en nuestra memoria.

Algunas personas no pueden soportar los tiempos graves y golpeteantes del moderno hip-hop, otros no soportan el quejido agudo de los violines. Esto puede ser en parte una cuestión fisiológica, algunos oídos pueden transmitir partes distintas del espectro de frecuencia que otros, como resultado, algunos sonidos parecen agradables y otros odiosos. Puede haber también asociaciones psicológicas, tanto positivas como negativas, con los diversos instrumentos.

El ritmo y las pautas influyen en nuestra capacidad para apreciar una composición o un género musical determinado. A muchos músicos les atrae la música latina por la complejidad de los ritmos.

Los tipos de sonidos, ritmos y texturas musicales son en general ampliaciones de experiencias positivas previas que hemos tenido con la música a lo largo de la vida. Esto es porque oír una canción que te gusta es parecido a disfrutar de cualquier otra experiencia sensorial agradable, comer un chocolate, frambuesas recién cortadas, el olor a café o ver una obra de arte.la experiencia sensorial nos causa placer y su familiaridad y la seguridad que esa familiaridad aporta nos resultan gratas, ocurre lo mismo con la música.

El poder del arte consiste en que podamos conectarnos entre nosotros y con verdades más amplias sobre lo que significa estar vivo y lo que significa ser humano.

Cuando Neil Young canta:

Viejo, mira mi vida, soy muy parecido a como eras tú…

Vivo solo en un paraíso que me hace pensar en dos.

 

Lo sentimos por el hombre que escribió la canción. Yo no puedo vivir en un paraíso, pero puedo sentirme solidario con un hombre que puede tener cierto éxito material.

 

Las conexiones del artista o con lo que el artista representa pueden formar parte de nuestras preferencias musicales.

Las preferencias comienzan con la exposición y cada uno de nosotros tiene su propio cociente de “aventurismo” sobre cuanto estamos dispuestos a alejarnos en un momento dado de nuestra zona de seguridad musical. Algunos somos más aficionados a experimentar que otros, en todos los aspectos de la vida, incluida la música, y podemos hacerlo o evitarlo en diversos periodos de nuestra vida.

La música que oímos crea esquemas para géneros y formas musicales hasta cuando solo oímos de un modo pasivo y no intentamos analizar la música. Sabemos desde una edad temprana cuales son las medidas aceptadas por la música de nuestra cultura. Para muchos lo que nos guste y no nos guste en el futuro será consecuencia de los tipos cognitivos formados con la música que oímos durante la infancia. No quiero decir con esto que la música que escuchamos de niños vaya a determinar necesariamente nuestros gustos musicales durante el resto de la vida; muchas personas están expuestas a música de estilos y culturas diferentes. La cuestión es que esa temprana exposición suele ser la más profunda, y se convierte en el fundamento de nuestra futura visión de la música.

Las preferencias musicales tienen también un gran componente social basado en lo que sabemos del cantante o el músico, el lo que sabemos que le gusta a la familia y los amigos, y en lo que sabemos sobre lo que la música representa.

Objetivo

Saber cómo la música puede influir en lo que sentimos.

Justificación

Elegí este tema porque me gusta la música y bailar; me gustaría saber porque algunas canciones me hacen sentir feliz, alegre, otras me hacen bailar, me hacen cantar pero algunas otras me ponen triste o hay otras que no entiendo. Por esto quiero saber ¿qué poder tiene la música para hacerme sentir todas esas emociones?

Hipótesis

Sí concientizamos a los niños sobre el tipo de música que escuchan, entonces tener efectos emocionales positivos y decidir mejor sobre la música que quieren escuchar.

Método (materiales y procedimiento)

Visita a Biblioteca.

Visité la Biblioteca Vasconcelos ubicada en la Ciudad de México.

Realmente no hay muchos libros que expliquen lo que yo busco, saber cómo influye la música en el cerebro de los niños, pero los pocos que encontré me ayudaron a comprender como influye la música en nuestro cerebro y también aprendí cual ha sido la importancia que ha tenido la música a través de la historia.

Como lo expliqué anteriormente, el resultado de la consulta de estos libros nos muestra que está comprobado que la música realmente tiene efectos físicos en la estructura cerebral del ser humano; es decir, el escuchar música va a mas allá de un simple gusto o de un pasatiempo, realmente el escuchar música influye en nuestro cerebro, llegando a cambiarlo físicamente, además de modificar nuestro sentir emocional.

A través de mi investigación en el museo y en los libros que consulté en la biblioteca pude comprender como es que funciona la música, estas herramientas muestran desde los efectos físicos en nosotros, hasta los efectos en las nuestras emociones. Y me ha parecido muy interesante saber cómo algo que vemos tan cotidiano y que no imaginamos que es tan influyente, realmente es mucho más importante de lo que creemos.

Aquí muestro las fotografías de los libros consultados

 

Galería Método

Resultados

 

Y ahora comprendo que una cosa es la música y otra cosa son las letras que acompañan la música, aunque estas también se asociaran a nuestras emociones. Por lo anterior me atrevo a decir que debemos cuidar lo que escuchan los niños porque esto definirá gran parte de sus gustos por la música y con ello su sentir.

Galería Resultados

Discusión

Conclusiones

Después de lo que he investigado, puedo concluir que existen muchos factores que influyen nuestros gustos por la música. Otra de las razones por las que quise investigar este tema fue para comprender cual música era más conveniente de escuchar para los niños y también entender porque los niños prefieren una música a otra. Ahora entiendo que lo que influye principalmente en nuestros gustos por las música es lo que escuchamos desde pequeños, incluso desde el embarazo, lo que escuchan las personas a nuestro alrededor y nuestro espíritu de aventura por conocer ciertos ritmos y sonidos; incluso la cultura con la que crecemos.

Bibliografía

  • Como Funciona la Música

David Byrne

Editorial Sexto Piso

 

  • Psicología del Arte

Lev Vygotsky

Ed. Paidos

 

  • La Historia de la Musica. Sonidos Instrumentos, protagonistas

Stefano Catucci, José Maria Pinto

Ed. Dogi

 

  • Tu Cerebro y la Música. El Estudio Científico de una obsesión humana

Daniel J. Levitin

Ed. Rba Libros

Summary

Research Question

Problem approach

Background

Objective

Justification

Hypothesis

Method (materials and procedure)

Results

Discussion

Conclusions

Bibliography